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Liderar desde lo humano: la emocionalidad como superpoder en tiempos de Inteligencia Artificial

En la era de la inteligencia artificial, lo más disruptivo que puede hacer un líder es… ¡SENTIR!

Una vez, un amigo me llamó combativa. El comentario me atravesó. No por agresivo, sino por revelador: entendí que, cuando una mujer lidera con firmeza, aún es más probable que se le juzgue por su carácter que por sus ideas. Desde entonces, empecé a notar las sutilezas del lenguaje: cuando un hombre expresa enojo, es “firme”; cuando una mujer muestra preocupación o vulnerabilidad, es “emocional”. Ese es el sesgo de género en el liderazgo. Y está tan normalizado que muchas veces no lo vemos.

Pero dejando el género a un lado, volvamos a esa palabra: emocionalidad. Soy una líder altamente emocional. Y no, no es una desventaja. Mi perfil conductual lo confirma, tengo un cableado emocional profundo (lo dicen un sinnúmero de tests: DISC, PDA, Clifton Strengths, Eneagrama… y hasta la Astrología). Percibo matices. Me mueve el liderazgo con propósito. Decido con el corazón. ¿Eso me hace débil? No. Me hace humana.

Y es que, en liderazgo, la pregunta no es si sentir está bien o mal, sino: ¿está mi emocionalidad en liderazgo al servicio de mi liderazgo o compitiendo con él?

¿Qué significa ser un líder emocionalmente ágil en estos tiempos de Inteligencia Artificial?

El viejo modelo está caducando. Durante siglos, el liderazgo “ideal” se ha definido como racional, lógico, controlado. Enaltecemos la mente y desconfiamos del sentir (“Pienso, luego existo”). Se premia el pensamiento lineal sobre la intuición, la eficiencia sobre el sentido.

Pero hoy, en plena revolución de la inteligencia artificial, ese modelo ya colapsó. Las máquinas ya nos superan en eficiencia y lógica. Nuestro verdadero diferencial es lo profundamente humano. Sentir, conectar, empatizar, leer matices… Eso no puede automatizarse. Ser profundamente humano es, de hecho, lo más disruptivo que podemos ser, marcando el futuro del liderazgo.

En este nuevo paradigma, la emocionalidad no es debilidad: es un superpoder. Cuando está canalizada, se convierte en presencia, intuición, capacidad de movilizar. Y eso, es puro liderazgo.

La emocionalidad es un amplificador: potencia lo que ya está presente

Las emociones no crean la realidad, pero sí la amplifican. Son como un altavoz: si estás alineado con tu visión, la emoción la proyecta con más fuerza. Si estás desconectado, confundido o reactivo, la emoción amplifica ese desorden. No inventan el caos, pero sí lo hacen más ruidoso.

Por eso, liderar no es reprimir lo que sientes, sino afinar el canal desde donde lo sientes. La gestión de emociones en el liderazgo se vuelve clave. Una emoción clara puede ser combustible para la visión; una emoción desbordada puede incendiar el sistema.

¿Cómo convertir la emocionalidad en un superpoder? La agilidad emocional del líder

Lo emocional solo es un superpoder cuando está al servicio de algo más grande que el ego. Aquí algunas claves que son habilidades blandas de liderazgo fundamentales que he aprendido —y sigo practicando— para que mi emocionalidad no me arrastre, sino me eleve: 

1. Conciencia: estar atento

Las emociones no son ni buenas, ni malas, son reflejo de cómo interpretamos la realidad. Esta interpretación está influenciada por nuestras creencias, experiencias, normas sociales y hasta herencias ancestrales. Preguntarte: 

  • ¿Qué siento? ¿Cómo me siento?
  • ¿Por qué lo siento? ¿Desde dónde lo interpreto? Es el primer paso para liderar desde la claridad.

2. Contención: regular sin reprimir

No se trata de reprimir lo que sientes, sino de reconocerlo y usarlo con intención. Una emoción fuerte no te define, pero si no la contienes, puede decidir por ti. Reconocer una emoción sin juicio, darle espacio para que pase, te da poder sobre ella. Por ejemplo: decir “esto me frustra”, puede convertirse en “Esto me importa porque afecta nuestra visión”. 

3. Acción: responder, no reaccionar

Las emociones traen información, no instrucciones. La agilidad emocional del líder es eso: decodificar sin ser secuestrados por lo que sentimos. La madurez emocional no es ausencia de intensidad, sino la capacidad de actuar con propósito incluso en medio del caos. Agilidad emocional implica preguntarse:

  • Qué necesita esta emoción de mí, no solo qué quiero hacer con ella. 
  • ¿Estoy reaccionando o respondiendo?
  • ¿Cuál es la verdad útil que trae esta emoción más allá del ruido? 
  • ¿Qué respuesta suma valor al sistema que lidero? 

4. Canalizar: convertir emoción en impacto

Usa tu emocionalidad para:

  • Crear una cultura organizacional con sentido y espacios de pertenencia que construyan confianza.
  • Leer a tu equipo con empatía y profundidad.
  • Narrar el cambio con fuerza y coherencia, porque las personas no siguen a quienes tienen todas las respuestas, sino a quienes sienten con ellas.

El liderazgo del futuro no será perfecto, será humano

Hoy, los sistemas más complejos no se lideran con respuestas prefabricadas, sino con presencia emocional, con líderes capaces de leer el campo, sostener tensiones, nombrar lo que nadie se atreve y seguir actuando desde la integridad. Y eso requiere coraje emocional.

¿Qué te hace verdaderamente líder hoy? No es tu cargo, no es tu lógica, no es tu velocidad de respuesta. Hoy, más que nunca, el liderazgo humano exige algo diferente: tu capacidad de sostener paradojas; de escuchar lo que no se dice; de conmover sin manipular; de liderar desde un lugar más humano, más íntegro, más real.

El liderazgo que más me inspira no es el que se impone, sino el que conmueve; el que se atreve a sentir con autenticidad, a mostrar el corazón sin perder dirección. Porque si la IA nos reta a ser más eficientes, nosotros podemos responder siendo más valientes, más sensibles, más auténticos, más bondadosos… más humanos.

Convertir la emocionalidad en ventaja estratégica es pasar de ser movida por la emoción a mover con emoción. Porque en tiempos de inteligencia artificial, liderar desde lo humano es el verdadero superpoder.

¿Y tú? ¿Qué parte de tu humanidad sigues dejando en silencio?

 

– Karina Molina, Gerente General.

Ana Karina

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